La
Segunda
Guerra Mundial creó muchos cambios radicales en la industria de
la moda. Después de la guerra, la reputación de París como centro
mundial de la moda comenzó a declinar, y las modas de confección y
manufacturación de masa acrecentaron su popularidad. Un nuevo estilo
para la juventud surgió en los años
1950, cambiando el enfoque de la moda para siempre. Mientras la
instalación de calefacción central se expandía, lo hacía también
la era de prendas de mínimo cuidado, surgiendo así textiles más
ligeros y los sintéticos.
Enfrentando
la amenaza de productos de moda prefabricados, la alta costura de
París se defendió, pero con poco efecto, en cuanto no podía evitar
que la moda se colara en las calles. En poco tiempo, enteras
categorías de mujeres hasta ahora restringidas a suplantaciones
inferiores de la alta costura disfrutarían una gran variedad y
libertad de elección. Tratando con volúmenes mayores de productos,
los ciclos de producción eran mucho más largos que los de los
talleres de costura, lo que significaba que los diseñadores que
planeaban colecciones dos veces al año, debían adivinar con más de
un año de anticipación lo que sus clientes podían querer.